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Fallece de forma repentina, a los 52 años, el popular peluquero Carlos Pichel

“Tenía un trato muy especial”, dicen los clientes más fieles del emprendedor, “destrozados” y “sorprendidos” al conocer su inesperada muerte

Carlos Pichel. | LNE

“Su trato era muy especial. Era una persona muy abierta, parlanchina y profesional. Estamos todos destrozados y lo echaremos mucho de menos”. Así recordaba ayer una clienta a Carlos Pichel, popular peluquero ovetense fallecido en la madrugada de este lunes a los 52 años tras sufrir un infarto un día antes en su vivienda de Villafría. Tenía su negocio, con numerosa y fiel clientela, en la calle Carlos Bousoño, la vía peatonal que une por escaleras Jovellanos y el centro social del Vasco. “Es un mazazo, era una persona muy querida en la ciudad”, añade la mujer.

Después de pasarse unos años formándose en otros salones de la ciudad, Pichel inició su andadura en solitario en el mundo de la peluquería hace 22 años. Comenzó con una única colaboradora, pero su trato personalizado al cliente, su simpatía y capacidad para llegar al corazón de los demás propiciaron que llegase a contar hasta con ocho empleados.

Carlos Pichel, con un premio del concurso de escaparates. | LNE

Gran parte de sus muchísimos clientes fieles se convirtieron en su amigo. Durante más de dos décadas varias generaciones de hombres y mujeres pasaron a formar parte de los incondicionales de un negocio que para muchos profesionales sirvió también como escuela. “Era muy generoso y siempre dispuesto a ayudar a los demás. Su marcha es injusta”, sostiene una mujer que casi todas las semanas solía ponerse en sus manos o las de sus trabajadores.

Estaba en la flor de la vida, su salud era aparentemente buena, pero en la noche del sábado un infarto le sorprendió en compañía de un amigo. Al ver que se encontraba indispuesto llamaron a los servicios de emergencias. Los sanitarios consiguieron mantenerle con vida y trasladarlo al hospital, pero casi 24 horas después la situación se volvió irreversible.

La noticia corrió como la pólvora este lunes entre los habituales del negocio. “No nos lo podemos creer”, indicó una vecina del centro, que hace unos días se lo cruzó por la calle con una sonrisa. “Me parece increíble que no pueda volver a verle más”, explicó.

Pichel deja una madre nonagenaria, Alejandrina González, a la que cuidaba con total entrega en el domicilio familiar. Serán algunos de sus muchos amigos los que se encargarán de organizarle una despedida íntima que incluye la incineración de sus restos en el Tanatorio de El Salvador. “Se lo merecía todo”, proclaman las amistades más estrechas de un peluquero “único en su especie” que triunfó y consolidó su propio negocio en el centro de Oviedo.

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